Soldaditos de plomo mutilados

...Que, al principio, hasta que descrubió por azar que podía pintar, había sentido un único deseo: no volver a despertar.
No haber vivido nunca es lo mejor, dicen los autores antiguos. No haber respirado nunca el aliento de la vida, no haber mirado nunca el ojo del día. Le segunda mejor opcion: despedirse y alejarse sin demora.
¿Como explicarles que se hallaba alli por simple casualidad, que habia descendido del avion porque deseaba averiguar que habia sido de una joven a la que -hacia diez mil años- habia amado con todo el amor de un muchacho atolondrado, joven y romantico, que hubiese muerto por ella de buena gana, y que todo lo que ahora deseaba era volver a casa lo mas deprisa posible, correr hacia su caballete y comenzar a crear su propio mundo, un mundo sin fronteras de raza o credo, cuyos unicos limites eran las estrellas y no una ciudad de Suabia, o de cualquier otro lugar de esta bella e infernal tierra?

Hizo raidamente la maleta, pago la factura y pidio un taxi. Entonce, justo cuando el taxi arrancaba, el portero del hotel corrio tras el, abrio la puerta y le tiro dentro una hoja de papel doblada. La abrio y leyo:

"No he debido de encontrarte por cuestion de un minuto. Queria decirte adios. Me parecia que no podia dejarte marchas asi.
Despues de que te marcharas llore durante largo rato. Me miraste de un modo tan serio, y estuviste tan extraño y frio, mas como un juez que como mi viejo amigo. Si me hubieras dado tiempo, si hubieses sonreido -al menos una vez- podria haberte explicado tanto: estoy segura de que hubieras entendido, y de que quizas hasta me hubieses perdonado.
Ahora no queda nada. ¿Por que tuviste que volver? ¿Y por que, habiendo vuelto, no intentaste comprender?
Ahora ya no queda esperanza, solo espero que esta vida sea, definitivamente, la unica. Ni hablar de resurreccion, por favor. Un infierno basta.
Siempre tuya. C.

Elsas leyo dos veces aquellas palabras, y por un instante se pregunto si no deberia volver. Pero pronto, el aeropuerto, con sus edificios alargados, aparecio ante su vista, vio las filas de aviones, las torres y las instalaciones de radar. El taxi se detuvo, Elsas pago y bajo sus maletas. Volvio a leer la carta; despues la rompio y, con un movimiento rapido, con el acto de liberar una paloma blanca, lanzo al aire los pedazos. El viento se los llevo.

-Ni hablar de resurreccion, por favor- dijo en voz alta


El Retorno